domingo, 1 de abril de 2012

Ser social.

"Sonríe, eres una niña muy seria".
   Sí, eso era verdad: niña seria y solitaria.
   ¿Tenía algún motivo para serlo? No, pero tampoco para no serlo, simplemente elegí esa forma de ser, si nadie se te acerca, nadie puede hacerte daño.
Pero, ¡sorpresa! Ser una niña seria está mal, tus padres se preocupan porque creen que no eres feliz, tus profesores se preocupan porque, a pesar de resultados excelentes, yo no me esforzaba en sonreír.
   Entonces ser seria está mal, ¿no? Pues tendremos que cambiarlo.

   Y, ¡pof! lo conseguí, tras años y años, aquí estoy, me he convertido en el ser social, porque, mirad ¡estoy en todas las putas partes!
   Si me dejas un poco de espacio, si capto un poco de receptividad, a pesar de la aprensión de mi interior a los grupos de gente desconocida, superficial y numerosa, tengo incluso la capacidad de caer bien, ¡increíble, la niña seria se ha transformado en el centro de una conversación grupal!
   
   Y se ha hecho tarde, el grupo se disgrega, se marchan a sus casas. He cumplido el objetivo: ser social, aunque ninguna de las conversaciones mantenidas me ha aportado nada, con suerte he obtenido una conversación trascendental durante escasos minutos hasta que otro individuo con el alma ebria interrumpiera con sus minucias. Vuelvo a casa. Sola. Mañana tendré algunas peticiones en Facebook, con suerte algún 'follower' en Twitter, pero a nadie que le preocupe ni le interese sacarle una sonrisa a la niña seria que fui, y que, al fin y al cabo, sigo siendo.

   Ya está, he hecho lo que está bien visto, y aún así, rodeada de gente que me presta su atención más superficial, es cuando siento la soledad más presente que nunca.